martes, 30 de septiembre de 2008

Clase de historia

Se despellejaría completito, de a poquito.
Le dolería mientras durara, y orgulloso, no soltaría una sola lágrima. Se quitaría lo sufrido, escupiría a la drama-queen que vive en su garganta para que no siguiera botando quejas desde la casita de dientes.
Abandonaría a las niñas de sus ojos enmedio del bosque, sin migajas de pan para el camino de vuelta a casa. Se quitaría la nariz, y le cambiaría los oídos a una sirena por la cápsula de pellejo que solía ser él.
Ésta vez no lloraría. Dejaría de creer que es difícil, y seguiría.

-Si no naces pegado a alguien, vienes al mundo solito- solía decir su abuela de ojos verdes. Quizás también decía que el pejello vuelve a crecer.

Respiraría hondísimo y aspiraría al pez dorado que sonríe frente a su nariz. Sentiría que baja por la tráque, golpearía sus bronquios y entraría en sus pulmones, húmedos, tibios, amables. Allí se quedaría quieto, feliz, aún sonriendo.

Abrió los ojos y se bajó del tren; llegó a casa de nuevo.

viernes, 12 de septiembre de 2008

Adiós, adiós, adiós.

martes, 9 de septiembre de 2008

Estoy harta de sentirme así, MAL POR CUALQUIER ESTUPIDEZ (estupidez mía, que me quedo estancada). Luis dice que no son estupideces, que son cosas muy normales, que alguna vez se sintió así, que ya no me odia. Pero estoy enferma de sentirme así. Harta. Asqueada hasta la náusea. Idiota. Ya no quiero hacerme daño: debo dejar de ser la víctima, la que sufre, la que se paniquea, la que llora. La que no puede decir adiós cuando las hojas marchitas hace mucho que volaron con el viento de la recién mañana. Dejar de ser la pobre estúpida que me he creído, no quiero ser la de antes, no soy la misma que empezó este viaje lejos de casa para conocerse un trozo más, experimentar, jugar con las nuevas sensaciones. Soy ésa más todo lo que he acumulado. Ésa soy yo. La de las ideas alucinadas, la que de todo se sorprende y la que parece que nada le impresiona, porque es lo que me he creado para los demás. Sólo quiero sorprenderme de nuevo por la luz que se filtra de los coches, por el frío que a veces no aguanto, por todas las cosas que aún me falta por aprender, y por todo lo que aún no entiendo y debo comprender, por todas las veces que he llorado por ver un perro sarnoso y por no hacer nada al respecto, sólo berrear. Quiero sorprenderme por ser yo la que deja los límites que se ha autoimpuesto, la que quiere avanzar, llegar a donde me fije otras metas que alcanzar. En donde pueda ser yo sin más. En donde quiera ser la chica feliz que estaba conociendo de todo. Ah sí, que ella no existe, persiste como parte del todo pero con lo que ha aprendido y lo que no he querido aprender. Espero tener un largo camino por delante y recorrerlo, cayendo, volando, sonriendo, trabajando, con recaídas, lágrimas y todas esas cosas que se necesitan para crecer. Quiero aprender a cocinar, para cocinarle a alguien y se lo coma mientras piensa que podría estar mejor la pasta. Quiero hacer tantas cosas…quiero que me sigan gustando los finales felices donde, a pesar de que muere, no meterme de monja: que sea caminar con todo lo que me has dado. Y todo lo que me he conseguido. Porque así me siento hoy. Tranquila al fin.

sábado, 6 de septiembre de 2008

El mejor regalo del mundo

Las personas permanecen. O no. Decir quédate conmigo es siempre un riesgo, porque el quédate sólo durará el tiempo necesario, no más. ¿Pero qué pasa cuando ninguno decidió irse, y el tiempo necesario aún no se consumía? Lo único que queda son los recuerdos, las lágrimas y las ganas de quedarte en blanco, de no saber más…
Dicen por ahí que todo fluye, nada permanece. Pero si quieres erosionar un poquito mientras pasas, deja algún recuerdo excepcional. Todos estamos de paso en la vida de los demás, aunque siempre se puede quedar indeleble en la memoria.
Un recuerdo es el mejor regalo del mundo, y ustedes tienen tantos…como estrellas en el cielo.

Samisum, te quiero un chingo, y por acá comparto tus alegrías y penas.

martes, 2 de septiembre de 2008

De patética no me la acabo

Me ardo por todo. Es porque en vez de aceptar las cosas me resigno. Esa emoción tan humana suele despertar la risa de mis amigos, porque les cuento de forma que siempre hay un hueco para más patetismo.
Y si no hago nada por cambiaro es porque recién me descubrí con esa emoción hace año y medio (sobrenota al recién) y me guardo el ardor para saborearlo cuando menos lo necesito. Así que hoy no me interesa.