martes, 30 de septiembre de 2008

Clase de historia

Se despellejaría completito, de a poquito.
Le dolería mientras durara, y orgulloso, no soltaría una sola lágrima. Se quitaría lo sufrido, escupiría a la drama-queen que vive en su garganta para que no siguiera botando quejas desde la casita de dientes.
Abandonaría a las niñas de sus ojos enmedio del bosque, sin migajas de pan para el camino de vuelta a casa. Se quitaría la nariz, y le cambiaría los oídos a una sirena por la cápsula de pellejo que solía ser él.
Ésta vez no lloraría. Dejaría de creer que es difícil, y seguiría.

-Si no naces pegado a alguien, vienes al mundo solito- solía decir su abuela de ojos verdes. Quizás también decía que el pejello vuelve a crecer.

Respiraría hondísimo y aspiraría al pez dorado que sonríe frente a su nariz. Sentiría que baja por la tráque, golpearía sus bronquios y entraría en sus pulmones, húmedos, tibios, amables. Allí se quedaría quieto, feliz, aún sonriendo.

Abrió los ojos y se bajó del tren; llegó a casa de nuevo.

0 comentarios:

Publicar un comentario

Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]

<< Inicio