lunes, 13 de octubre de 2008

Mi más corta historia de amor

Me levanté temprano. Hice una lsita de todas las cosas que debía hacer y medí el tiempo necesario, relegué las tareas al día siguiente y mi día comenzó bien. Pero el tiempo destinado a la siesta se prolongó y llegué cinco minutos tarde a la proyección de En aquellos días, cine gratis en una sala pequeña (si, los sábados suelo ir sola, encuentro la salita acogedora). Estaba completamente a oscuras, saqué el celular para iluminar un poco y nada. Caminé hasta el medio, estiré la mano para comprobar que no había nadie en el lugar, pero no conseguía dar con la parte baja del asiento, y --ah, ésta parte me gusta-- alguien bajó la butaca y me senté. Di un apresurado gracias mientras ojeaba al chico delgado que estaba a mi lado. Se recargó en el reposabrazos cerca de mí, y enseguida me vi vagando por el centro de la mano del chico que conocí viendo una película en blanco y negro, qué romántico sería contarlo después. Moreno, un poco alto, con lentes. Así era mi futuro exnovio. Me recargué del otro lado de la butaca, pues me sentía un poco intimidada. Seguí pensando en que quizá él conociera mucho cine, y yo podría cantarle bajito al oído.
Y en la pantalla él le pide que se marchen juntos; ella, pensando en lo egoísta de la proposición, le dice que no. Y la despedida es uno de esos besos en donde no había lengua, 'de mentiritas' como solía decir mi madre. Y mi chico dorado se voltea y abraza a su chica. Crack¡ Dijo mi corazoncito.
Eso me pasa por facilota.

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