domingo, 12 de octubre de 2008

Coleccionista de adioses

Ahí está la novia, aburrida del sermón del padre. El novio nada impecable, sudando metido en su traje negro y corbata, con los azahares en su bolsillo. Y lloro. Lloro en las bodas, siempre me ha emocionado la idea de compartir la vida con otra persona, despertar en las mañanas y encontrársela, el ver a dos personas enamoradas (si si si, eso me encanta). Se me figura todo eso muy complejo y antojable. Pero también lloro, principalmente, por el adiós. Los adioses siempre me han resultado tristes, aunque en ocasiones sean bonitos: no les quita el sentido de pérdida, aunque sea en beneficio de otras situaciones, oportunidades, experiencias. Ahora entiendo a los melancólicos: “…llegas a un punto en el que te das cuenta que lo triste es bonito, y lo bonito es triste” leí decir a alguno. Ése adiós a la vida que llevabas, me resulta triste. Aunque las perspectivas son agradables, aunque así lo hayas decidido. Espero seguir llorando en las bodas, en mis mudanzas, cuando mis perrros escapan, el día en que mis peces salten al vacío, cuando vea a mis hermanas...aahhh...ya fue.

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