viernes, 25 de julio de 2008

i-REALIDADES

Llegaron en menos tiempo del esperado. La ansiedad era tal que el esposo manejó irritado, pues debía recordar que sus dos hijos estaban en el asiento trasero.
Ella se despojó de la larga playera que le llegaba casi a las rodillas, y entró en el agua cargando a la pequeña que lloraba; nadie sabe si el llanto lo provocaba la inmensidad del mar, pues tan pronto notó que su hermano perseguía y era perseguido por las sibilantes olas cesó el llanto y se soltó de los brazos de su madre, quien observó el correteo de sus hijos entre las barbas de las olas, la oscura orilla a la que llegaban sin romper tras haber perdido la fuerza, el hilo de los cometas que nacían en esa oscura arena y se estiraban hasta llegar al cielo.
Una bandada de gaviotas tropezó con los cometas, y al esquivarlos entretejieron una deliciosa danza, en la cual sus ojos se perdían, suspiró y bajó la vista lentamente para ver romper el cielo y el mar en el horizonte...


Recordó a su hija cuando la vio flotando inerte, bailando al vaivén de las olas, como las danzantes gaviotas en el cielo.

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