sábado, 21 de junio de 2008

Olvidé decir adiós

Me deleitas con tu soberbia. 109 segundos de charla celulofónica te parecen suficientes por todo el tiempo que me ignoras. ¿Gozamos con ésta tibia anestesia que se apodera de nuestros cuerpos cada vez que rozas mi mano? Yo sí. Charlamos, nos reímos, celebramos la estupidez en sus formas más nítidas, abrazamos la inasible permanencia del otro y me murmuras que así te gusto más: a mis pretensiones les falta el botón de suéter para abrocharse.

-Ya sé porque me gusta tanto hacer esto contigo. Eres…sencilla. Con ropa no te atreverías a portarte así.
-¿Te gusto por que no existen pretensiones? ¿Sin pretensiones sería mejor?
-Sin pretensiones serías aburrida. Pero así también me gustas.

Al final dormimos unas cuantas horas. Al despertar se disipa la niebla que nos permite creer por unas horas que no somos desconocidos: la rutina nos devuelve a la normalidad, ésa normalidad donde no hay vidas compartidas, sólo el eterno retorno a la nostalgia, cuando me siento sin ganas de evitarte.

Etiquetas:

1 comentarios:

Blogger EmiliTus ha dicho...

preciosa entrada :)

5 de noviembre de 2008, 23:25  

Publicar un comentario

Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]

<< Inicio