Intermitencias
El tiempo pasa lento. Las viejas heridas que se abren dejan escapar exudados hechos de pelusa, memorias pasadas, agua (mucha agua), madrugadas azules, y dolor. ¿Y qué hacer cuando el gris del cielo se te pega a la piel? Ni para ir al oxxo por unas galletas de queso que siempre alegran la vida, o salir a caminar sin que la lluvia te exima de contraer una pulmonía. Pones tus canciones más tristes, coges la frazada de siglos y te arrellanas en el sofá o cama más cercana. Tarareas al infinito aquella rola que te hizo sentir en las nubes y aún ahora te sigue revolviendo las entrañas.
Revíentala. Sácale todo el pus a la herida. Ciérrala y deja que cicatrice. Al fin y al cabo los recuerdos que le brotan son sólo eso.
Carajo. Y todo por haberme empapado en el camino.
(Ánimo I. coli, algún día tendrás la medianoche soleada).
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